Tentadores

Un mundo de papel

Los que me conocéis sabréis que uno de mis vicios es la papelería. Toda mi vida he estado rodeada de papeles, colores, celo, bolis, libros y libretas de todo tipo de formas y estilos.

La verdad es que no sé cómo empezó esta afición pero tengo vagos recuerdos tempranos de "Ca l'Huguet", un quiosco de mi pueblo, donde le pedí a mi madre un rotulador azul grueso, su respuesta recuerdo que fue: "¿Para qué quieres tu eso?" Yo debía tener unos 4 años y no sé para qué quería aquello, pero resulto que llené páginas enteras de libretas "centauro" de garabatos y dibujos con aquél rotulador.

De más mayor mis recuerdos se centran en la librería Carbó (o cómo se conocía popularmente "Ca la Rosa dels diaris") y también el la librería "Jepi". Como disfrutaba yo en Septiembre viendo los escaparates listos para la vuelta al cole, soñando con tener el estuche más "cool" de la clase o la grapadora que usaba la profe de turno.

Luego ya de universitaria aprovechaba que tenía que comprarme libros para pasar horas en "Abacus", no solamente buscando los libros, obviamente. Con la excusa que soy de aprendizaje visual, siempre caía algún rotulador o artilugio para hacer mis apuntes más vistosos.


Foto: Abacus

Todas estas tiendas - las que aún existen - todavía me vuelven loca, pero cuando tengo ocasión me escapo a "Raima (o alguna de sus ramas, como "Konema") en Barcelona o a  "Paperchase" y "Ryman" ahora que vivo en Inglaterra. Éstas son para mí como tiendas de delicatesen o de decoración, repletas de buenas ideas para hacer que tu regalo más sencillo cobre elegancia con sus papeles de envolver, cintas y etiquetas o con su multitud de agendas a cuál más original, o sus miles de maletines para portátiles, ipads, kindles y todo tipo de gadgets.

Foto: Raima Barcelona

Foto: Paperchase

Llamadme tradicional, romántica o anticuada, pero en esta era tecnológica, a mi siempre me veréis con una agenda o libretita de papel (probablemente Moleskine) y un lápiz en mano, para mí, la forma más rápida y fácil de plasmar aquél pensamiento o idea que no se puede perder.

Acabando de redactar esta entrada en una cafetería, como veis, primero en papel!